Encuentro del director con un residente

SERIE: Encuentros
Por Juan de Queraldt


Una mañana otoñal a una cuadra del hospital, coincide el trayecto del director con el de un residente nuevo, a un mes de ingresado a la residencia pediátrica.  


—Hola, buen día saludó el director.

—Buen día, doctor respondió.

—¿Cómo te recibió el servicio? ¿Te gusta el hospital? Preguntó el director.

—Me recibieron muy bien y para mí, trabajar en un hospital es cumplir con un sueño.

—Entonces ¿estas contento?

—Si, contento estoy, pero hay cosas que no llego a entender y cuando las pregunto, no doy con la respuesta.

¿En temas de medicina? preguntó el director.

No, de medicina saben muchísimo, de otras cosas.

A la entrada del hospital y el director intrigado, lo invitó a su oficina a tomar un café, quería saber a qué se refería.  

—No, discúlpeme doctor, en 5 minutos empieza el pase de guardia y no puedo faltar. Además para ir a la dirección y hablar con usted debo pedirle permiso al jefe de residentes.

—Bien, cuando tengas un rato libre arreglá con mi secretaria y nos encontramos en la biblioteca. ¿Podrás?

—Si, le avisaré a mi jefe y para mí será un honor aseveró Ernesto.

Así ocurrió, su jefe de residentes aceptó sólo porque el pedido venía del Dr. Pedro Lyons, el director.

—Buenas tardes ¿cómo te ha ido hoy? ¿A propósito, cómo es tu nombre?— preguntó Lyons.

—Me llamo Ernesto Mayoral, soy de Tucumán.

—Esta  mañana cuando nos vimos me dijiste que había cosas que no entendías y me gustaría conocerlas.

—Tienen que ver con el funcionamiento de la residencia, somos los peones y gran parte de la actividad asistencial cae sobre nosotros; llega la noche y seguimos en el hospital. Lo llaman el derecho de piso. No leemos, no estudiamos los casos que atendemos; "así son las cosas" nos dicen nuestros compañeros de años superiores. Nos alientan, dicen que somos buenos, que preguntemos, que no nos quedemos con dudas y nos dan más trabajo. Tenemos que presenciar las endoscopías, nos mandan a quirófano a ver operaciones y a la morgue para ver autopsias. No dejan pasar una.

—¿Aprendés? preguntó Lyons.

—¡Si! Mucho, pero a los porrazos. Nos salva que siempre encontramos la respuesta justa en la recorrida de sala, en el laboratorio, en anatomía patológica, donde estemos. A la biblioteca voy poco porque me quedo dormido.  Cuando era estudiante pregunté sobre la residencia y me explicaron que era una beca de estudio, organizada para el aprendizaje sistematizado, ordenado y basado en valores. Nunca vi el programa y lo que se vive está muy lejos de lo que prometen. Clases tenemos una por mes y la primera fue suspendida. Al jefe lo vemos a la mañana en la recorrida de sala y no más. Nos controla y enseña nuestro residente superior y en la guardia nos largan solos. No es lo que esperaba y no sé si es lo correcto. Debo reconocer que si el aprendizaje está en función del compromiso y la actividad, ambas se cumplen.

El Dr Lyons  intuía algo de todo esto y percibió que había mucho que no sabía. Se le abría un abanico de temas a averiguar.  

—Mano de obra necesaria— dijo Ernesto y luego preguntó ¿por qué nos pagan tan poco? Gano menos que el portero del departamento en el que vivo y me muevo diez veces más. A mí me ayuda mi abuelo, pero a Juan, mi compañero de primer año, casado con un hijo está pensando en tener otro trabajo, tema que me preocupa porque va a venir cansado y no va a rendir como hasta ahora.

—La idea original fue que el monto sea acorde a una “beca de estudio”, pero la realidad es que nadie se ocupa de actualizarla y quedó muy atrasada contestó Lyons.

La respuesta no lo conformó, si es un error, se corrige y dijo Me parece que el  monto tiene que permitir una vida digna y autosuficiente, dada la edad y la formación que tenemos, merecemos hacer frente a un alquiler, la nafta para el auto, comer sanamente y algo más que leche para un bebé. ¡Qué poco es lo que pedimos!— comentó Ernesto  y continuó —Las guardias de 24 horas también, agotadoras y fuente natural de errores que los padecen los pacientes y nosotros como víctimas secundarias.

—¡Sí! Aprenden en las urgencias y el ejercicio de la respuesta asistencial inmediata fue la respuesta de Lyons.

Ernesto, con toda naturalidad le propuso una idea que podía funcionar: que modificaran el programa y dejaran el aprendizaje de las urgencias nocturnas  para segundo año y liberaran de las guardias a los residentes de primero. Concluyendo Si trabajaran menos cansados, ocurrirían menos errores, menos daños a los pacientes, disminuirían las quejas y probablemente menos demandas judiciales.

—Sos claro, es cierto. Respecto a la lectura, te diré que han leído mucho en los 7 años de la facultad, ahora les toca aprender a actuar. Si escuchás atentamente las discusiones en las reuniones de residentes con el instructor, con el staff, con tus colegas, los especialistas en las interconsultas, vas a aprender más que leyendo, al menos en este primer año. Por otro lado escuchar atentamente al paciente, es la mejor fuente, pura, directa, nada más real e inagotable. Se aprende de los pacientes, sin esfuerzo y haciendo un bien. En los trabajos científicos los pacientes no son personas, son números, son objetos de análisis. El esfuerzo y el tiempo físico que ustedes destinan a la tarea asistencial, permite que los R2 lean en la biblioteca, naveguen en internet, estudien los casos y contribuyan a la decisión que se toma al pie de la cama del enfermo, aquella que luego vos implementas. El R3 rota por las subespecialidades u otros hospitales y vuelve con novedades y conocimientos que alimentan el servicio.

—Entiendo.

—Te escucho con atención, ¿algo más? Pregunto Lyons.

—Sí, mucho me han hablado en la facultad de la atención centrada en el paciente, pero a veces pareciera  que se los pone en riesgo. ¿En qué momento participan de las decisiones? acotó Ernesto

—Los hospitales académicos, dedicados a la formación de médicos, suelen cometer más errores, pero tienen un nivel de atención más alto y la actualización del conocimiento es permanente, justamente forjada por las inquietudes de la juventud del educando respondió Lyons.

Es coherente, es claro, es valiente, dice las cosas como son, se preocupa por su compañero, piensa en los pacientes. Va a ser un muy buen médico, no quisiera perderlo, pensó el Dr Pedro Lyons.

La conversación funcionó como un disparador. Al director le cayó la ficha; la residencia es parte esencial del engranaje funcional en el día a día, las 24 horas del día, todos los días del año. Mejorar el sistema de la residencia en el hospital es el principio de la prevención de eventos indeseables y sobretodo en garantizar la eficiencia de los procesos. Los residentes están en todo y el beneficio es para el sistema, los pacientes, su familia y el personal asistencial. El diálogo entre los residentes y la dirección generaba una oportunidad para alertar eventos evitables. 

 Es sabido que quienes completaron la residencia, ni bien ponen sus pies en la especialidad que eligieron, caminan mejor que aquel que eligió, o estuvo obligado, a formarse solo.  

Prometieron volver a conversar, en una etapa más avanzada de su formación y le sugirió que promoviera el diálogo con los superiores. Se saludaron con un franco apretón de manos.